Priorizar mejor para liderar mejor: de la urgencia al propósito.

Por Juan Carlos Lobo M.

Todos hemos estado ahí. El mes se está cerrando. Un cliente presiona. Un asesor no entrega a tiempo.
Y, casi sin darnos cuenta, el líder entra al campo de juego, toma la pelota… y hace la tarea por el equipo.

Pero no lo es. Es la trampa más silenciosa del mundo comercial: cuando la urgencia te hace reemplazar en lugar de liderar.

El problema no es la presión, es la reacción. Cuando el líder hace por otros lo que otros deben hacer, ocurren tres efectos inevitables:

Así nace un ciclo desgastante: cuanto más haces tú, menos hace tu equipo; cuanto menos hacen ellos, más presión recae sobre ti; y cuanto más presión tienes, más haces tú. Ese círculo no se rompe trabajando más. Se rompe priorizando mejor.

Aquí es donde entra la Matriz de Eisenhower

Dwight D. Eisenhower, presidente de los EE. UU. y comandante en la Segunda Guerra Mundial, entendió algo esencial: lo urgente presiona, pero lo importante sostiene.

Su frase más famosa lo resume: “Lo que es importante rara vez es urgente, y lo urgente rara vez es importante”. Su visión se tradujo en una matriz simple y poderosa que hoy usan miles de organizaciones para separar tareas, decidir prioridades y dirigir con cabeza fría, incluso bajo presión. Y sí: es una herramienta de productividad. Pero bien usada, es una herramienta de liderazgo.

Cuadrante 1: Importante y Urgente → Actuar (pero sin reemplazar al equipo)

Aquí están las crisis reales:

El líder participa, claro. Pero participa como líder, no como operativo.

Su rol es:

Nunca hacer las tareas que otros deben hacer.

Cuadrante 2: Importante y No Urgente → La prioridad del líder

Este es el cuadrante más olvidado… y el que más fortalece al equipo:

Cuando el líder abandona este cuadrante para vivir en la urgencia, el equipo se vuelve más débil, menos autónomo y más dependiente. Aquí es donde realmente se previene la necesidad de “hacer por ellos”.

Cuadrante 3: Urgente pero No Importante → Delegar

Son tareas que otros pueden (y deben) hacer:

Cuando el líder asume tareas que pertenecen al Cuadrante 3, cae de lleno en la trampa de la sobrecarga.
Delegar aquí no es un lujo: es una obligación del liderazgo sano.

Cuadrante 4: Ni Importante ni Urgente → Eliminar

Aquí están las fugas de energía:

Eliminar lo superfluo no solo libera tiempo. También elimina excusas para evitar hablar de lo que realmente importa.

La matriz no organiza tareas. Organiza límites.

La razón por la cual un líder termina haciendo el trabajo de su equipo no es falta de método:
es falta de límites.

La Matriz de Eisenhower hace explícito:

Evita decisiones impulsivas, reduce presión mal gestionada y, sobre todo, devuelve al líder su verdadero rol: desarrollar, no reemplazar.

Liderar no es hacer. Es desarrollar.

La madurez del liderazgo se evidencia cuando el líder entiende que:

El verdadero liderazgo no se demuestra con la velocidad con la que el líder hace, sino con la autonomía que es capaz de generar en su equipo. Y esa autonomía se construye en el Cuadrante 2:

Un equipo autónomo no nace de la presión. Nace del tiempo que el líder invierte en lo importante pero no urgente. Eso es lo que previene que, en momentos de presión, el líder tenga que hacer lo que otros no hicieron.

En resumen

Liderar no es hacer. Liderar es construir personas que saben hacer. Y la Matriz de Eisenhower, bien aplicada, no solo mejora la productividad… protege al líder de sí mismo y fortalece al equipo para que cada quien asuma su rol con responsabilidad. Porque lo importante no atendido a tiempo,
se convierte en lo urgente que te quita tiempo.

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