De la «Iniciativa» a la «Acabativa»: La clave para convertir planes en realidades

Por Juan C Lobo

Uno de los mayores retos que enfrentan las organizaciones no es la falta de buenas ideas o estrategias, sino la incapacidad de ejecutarlas. Durante los últimos 18 años como consultor empresarial  he tenido la oportunidad de  trabajar con empresas de distintos sectores con presencia en más de 11 países, y he sido testigo de este fenómeno una y otra vez: durante las primeras semanas de trabajo, el equipo se muestra entusiasta y comprometido, con toda la disponibilidad para participar en la planeación. Sin embargo, una vez que se entregan las conclusiones, cronogramas y planes de acción, ocurre algo que podría llamarse “el fenómeno de la desaparición”: el tiempo que antes se destinaba a la planificación se evapora, y las reuniones para evaluar avances se postergan indefinidamente.

¿Por qué sucede esto?

Muchas empresas carecen de lo que yo llamo “acabativa”: la capacidad de llevar las iniciativas hasta su finalización. Es un término inventado, pero que describe perfectamente ese complemento esencial para transformar las ideas en hechos. La raíz del problema se encuentra en dos factores clave:

  1. El día a día como enemigo estratégico: Las demandas operativas constantes absorben tiempo y energía, relegando los objetivos importantes a un segundo plano. Lo importante, no atendido a tiempo, se transforma inevitablemente en una urgencia que consume recursos y retrasa la ejecución de los planes.
  2. Falta de seguimiento y compromiso: Las reuniones iniciales suelen estar cargadas de entusiasmo, pero sin mecanismos claros de seguimiento, la energía se disipa. La ausencia de accountability genera un entorno donde las iniciativas inconclusas se vuelven la norma. En este contexto, accountability puede traducirse como responsabilidad, pero en un sentido más profundo y específico. No se refiere solo a cumplir con tareas asignadas, sino con asumir un compromiso pleno y rendir cuentas por las acciones, decisiones y resultados obtenidos en un proyecto o iniciativa. Implica que cada persona o equipo no solo se hace cargo de sus responsabilidades, sino que también debe responder ante otros por el cumplimiento de objetivos y demostrar los avances o resultados esperados.

Consecuencias de la falta de «Acabativa»

Cuando los planes de trabajo no se ejecutan, las organizaciones enfrentan:

  • Pérdida de tiempo y recursos: Todo el esfuerzo invertido en la planificación se desperdicia.
  • Desmotivación del equipo: Los colaboradores pierden confianza en la eficacia de los procesos y proyectos.
  • Estancamiento organizacional: Sin ejecución, las estrategias no generan resultados, lo que limita el crecimiento.

El Valor de la «Acabativa»

Para superar este desafío, las organizaciones deben desarrollar la capacidad de pasar de la iniciativa a la “acabativa”. Esto implica adoptar un enfoque disciplinado en la ejecución y priorizar la acción sobre la inercia.

Algunos consejos para lograrlo:

  1. Establecer un sistema de seguimiento riguroso: Las reuniones de seguimiento deben ser innegociables, con reportes claros y objetivos sobre los avances.
  2. Asignar responsabilidades específicas: Cada miembro del equipo debe saber exactamente qué se espera de él y rendir cuentas de sus resultados.
  3. Proteger el tiempo para lo importante: Las prioridades estratégicas no deben sacrificarse ante las urgencias operativas. Esto requiere una gestión efectiva del tiempo y los recursos.
  4. Fomentar un liderazgo comprometido: Los líderes deben modelar el comportamiento esperado, demostrando que lo importante no es negociable y respaldando la ejecución con acción.
  5. Adaptar los planes según sea necesario: La flexibilidad es crucial para ajustar las estrategias a medida que las circunstancias cambian, sin perder de vista los objetivos.

Cómo romper el ciclo de la inercia

Pasar de la iniciativa a la “acabativa” no es un cambio que ocurra de la noche a la mañana. Requiere un esfuerzo constante por parte de toda la organización. Una herramienta eficaz es implementar un cuadro de mando que permita medir y visualizar el progreso en tiempo real, identificando áreas de mejora y celebrando los logros alcanzados.

Además, es fundamental crear una cultura organizacional que valore la ejecución tanto como la planeación. Esto implica reconocer y recompensar el cumplimiento de los objetivos, promoviendo un entorno donde las ideas no solo se generen, sino que también se conviertan en resultados tangibles.

En resumen:

“El día a día es el principal enemigo de los objetivos estratégicos de una organización.” Esta afirmación refleja una realidad que no tiene por qué ser un obstáculo insalvable. Con disciplina, compromiso y un enfoque claro en la ejecución, es posible cerrar la brecha entre la planificación y la realización.

Hay que tener presente que lo importante no tratado a tiempo se convierte en lo urgente que nos quita tiempo. Inicia hoy mismo el camino hacia la “acabativa” y transforma las ideas en resultados concretos. Porque al final del día, las iniciativas tienen valor, solo cuando se convierten en realidades palpables.

En JLobo acompañamos a las empresas a gestionar el cambio en sus equipos. ¡Contáctanos!

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